Mateo Sepúlveda voló en los 100 metros planos de los Parapanamericanos Juveniles

El sol picaba en el Centro Atlético Mario Recordón del Parque Estadio Nacional cuando Mateo Sepúlveda, acompañado por su guía Juan Marchesini, se tomó un segundo para respirar.

Se miraron, se dijeron algo al oído y se abrazaron. Minutos después, el neuquino voló por los 100 metros y se quedó con la medalla de oro en la categoría T12 de los Juegos Parapanamericanos Juveniles, levantando los brazos al cruzar la meta en medio de grandes aplausos.

“Esto es una felicidad increíble, una de las mejores carreras de mi vida. Encima, fue en una final de Juegos Parapanamericano representando a mi país, al que amo con todo mi corazón”, dijo Mateo Sepúlveda, todavía con la respiración agitada.

Su compañero de carrera, Juan Marchesini, lo miraba con orgullo.

“Es un honor guiar a un atleta de este nivel y este calibre. Lo más importante es darlo todo y representar a Argentina”.

Detrás del oro hay años de perseverancia. Mateo Sepúlveda tiene 18 años y una disminución visual severa producto del síndrome de Crouzon, una enfermedad genética poco frecuente.

Empezó en el deporte en 2018, en los Juegos Evita de Mar del Plata, y desde entonces no paró de entrenar, incluso en los años de la pandemia de coronavirus.

“Recuerdo tantos entrenamientos con lluvia, viento. Días con ganas y otros sin ganas… Pero al final del camino se ven los resultados de tanto esfuerzo, no solo mío, sino que también de mi familia y de la gente que me apoya”, contó.

En 2023 ya había brillado en los Juegos Juveniles Argentinos al conquistar dos medallas doradas, y ahora, en Santiago su nombre vuelve a sonar como símbolo de entrega.

“Representar a mi país en esta pista es un orgullo que me llena el corazón”, dijo.

Y dedicó la victoria a su mamá, quien lo sigue desde Argentina, a sus entrenadores y a su equipo en Neuquén, donde se formó junto al histórico corredor y técnico, Javier Carriqueo.