Con una publicación en sus redes sociales, la leyenda serbia Milos Teodosic anunció su retiro del básquet.
Queridos amigos, respetados aficionados y conocedores del baloncesto, ante todo, gracias por 30 años de luchas, alegrías, felicidades y tristezas compartidas. Ha llegado el momento de despedirme de una etapa de mi amor por este mágico deporte que se juega bajo las canastas.
Atrás de mí —de nosotros— quedan años llenos de pasión, lucha y sacrificio. He ganado trofeos, pero también he perdido finales. Todo es parte del baloncesto, y es parte de la vida. Y no cambiaría nada. ¡Lo haría todo de la misma manera, una y otra vez!
Gracias a mi gente de Valjevo, a mi Serbia y a todos los entrenadores con quienes tuve el privilegio de aprender sobre este deporte. Todavía no lo he dominado del todo. El baloncesto y yo seguiremos intercambiando conocimientos y experiencias durante mucho tiempo, hasta el final de mi vida.
No quiero nombrar a personas, momentos clave ni partidos clave… porque cada uno de esos “detalles” —cada entrenador y cada compañero— ha sido importante en mi carrera.
Mi más sincero agradecimiento a mi familia. Son mi mayor orgullo. Recientemente me he dado cuenta de que el mayor tesoro de mi carrera como jugador es este: ¡Tendré algo que enseñarles a mis hijos! Simplemente dejémosles crecer un poco más… Para ellos, y para ellos, soy —y siempre seré— el más realizado.
No quiero cometer una falta personal al final, así que aquí va un mensaje colectivo: muchísimas gracias a todos y cada uno de mis compañeros, de verdad a todos y cada uno de ustedes. Me hicieron mejor jugador. Lo recuerdo muy bien.
Todos jugamos para la afición y gracias a ella. Así que, muchísimas gracias también a ellos. Agradecí los aplausos y el apoyo. Las críticas me motivaron, los abucheos me hicieron más fuerte. Independientemente de la lealtad al club, un aficionado siempre merece el respeto de quienes salimos al campo a apoyarlo.
Durante mi carrera, no he leído muchos comentarios ni he dado mucha importancia a las redes sociales, pero he sentido cada aliento en la grada y cada silencio. De ahí viene la inspiración. Eso es lo que te impulsa a ser mejor.
Y ahora, sin alejarme demasiado de quien soy (y quienes me conocen saben que rara vez muestro muchas emociones en público), todavía siento la necesidad de compartir esto: estoy orgulloso de haber terminado mi carrera en un club que tiene un lugar especial en mi corazón.
En cuanto a mi amor por Serbia, por llevar su escudo y jugar bajo la amada bandera tricolor, ya lo he dicho todo en la cancha. No hay palabras que puedan describir ese sentimiento único y maravilloso que sigue brillando en mi interior. Mi patria siempre será lo más importante y querido para mí.
Una vez más, gracias, baloncesto. Nos volveremos a ver, pero sin zapatillas, camisetas ni pantalones cortos.
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