Es tucumano, tiene 24 años y, además de jugar en Ferro, estudia en la universidad Inteligencia Artificial.
“Cuando entra, me agarro la cabeza, miro la tribuna y no lo festejo. Ahí vino todo el mundo y me aplastó. Me empecé a asustar porque pensé que me iba a morir”, le contó a Clarín.
Y cerró: “¿Si lo practico? Con dos o tres compañeros tiramos boludeces de aro a aro, pero no la metemos nunca”.
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