La última temporada de los Golden State Warriors fue una auténtica montaña rusa. Tras regresar de los Juegos Olímpicos con la medalla de oro, Stephen Curry y Steve Kerr iniciaron la campaña llenos de confianza.
Steph, con su primer oro olímpico, parecía rejuvenecido y el equipo arrancó con un balance de 9-1, incluso después de la salida de Klay Thompson. Curry promedió menos de 30 minutos por partido, mientras Kerr apostaba por una rotación profunda que en ocasiones llegó a incluir hasta 13 jugadores.
Pero la ilusión se desplomó rápidamente. El equipo cayó en una mala racha que se prolongó hasta enero, llegando al límite del cierre de traspasos con marca de 25-26, fuera de los puestos de playoffs. El gran objetivo era el regreso de Kevin Durant, pero tras su negativa, los Warriors cerraron a última hora la llegada de Jimmy Butler, molesto en Miami.
Curry pide refuerzos para ser candidatos reales
Con la nueva temporada en el horizonte y la atención puesta en el futuro contrato de Jonathan Kuminga, se respira ilusión. Pero el verano ha sido silencioso y los refuerzos no llegan. Kerr parece indeciso sobre la rotación: en mayo llegó a utilizar a 14 jugadores en una sola mitad, algo que no se veía desde 1998.
“Mi confianza está basada en la identidad que creamos en el último tercio de la temporada pasada y en los playoffs. Tenemos un gran equipo, pero sabemos que necesitamos piezas para alcanzar el siguiente nivel. Con Jimmy, Draymond y yo, entendemos cómo prepararnos en medio de esa incertidumbre. Deberíamos tener algún movimiento para cuando inicie el campamento de entrenamiento.”
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