En su segunda presentación como local, Peñarol (1-3) volvió a sufrir una abultada derrota, esta vez por 106-89 ante Obras Basket (2-1).
El equipo local corrió de atrás casi desde el vamos. La razón fue no poder emparejar al perímetro “tachero”. Por un lado, la conducción de Barral fue más confiable que la de Valinotti. Por otro, Inyaco perforó la frágil defensa de Whitfield cada vez que se lo propuso. Pese a la muy buena gestión ofensiva de Sarmiento, Peñarol fue impotente para detener la incesante “fuga” de Obras en el marcador. Difícil hacerlo con todas las ventajas defensivas brindadas.
La brisa de aire fresco que cruzó el Polideportivo con el ingreso a la cancha de Thornton en la segunda mitad del cuarto inicial se desvaneció pronto. Spight en un ratito hizo con Ruiz lo mismo que Inyaco con Whitfield y la visita alcanzó una máxima luz (26-15) antes del descanso corto.

Y en el segundo parcial Obras, mientras Peñarol no tuvo pivote natural en la cancha -otra vez no jugó Mogga Lado-, cambió la receta y lastimó también cerca del canasto con Solarin y el corpulento Tha Andela. Cuando regresó Filippa por Thornton, volvió al plan inicial y le confió varias decisiones a Smaniotti, la asignación de Whitfield, y otra vez obtuvo réditos.
En definitiva, a lo largo de casi todo el primer tiempo, cada vez que Peñarol tapó una filtración, apareció otra. La vieja historia de la manta corta. Obras llegó a tener diecisiete puntos de luz (51-34) a falta de un minuto y medio. El panorama, a esa altura, era lúgubre para la causa “milrayitas”.

No mejoró en el complemento. La presencia de Thornton en cancha durante varios minutos poco cambió. Y no era sensato esperar un milagro de un jugador que, aunque conoce el paño, viene de estar meses en otro contexto y con otros compañeros. Peñarol acertó y falló adelante. Pero Obras continuó anotando con una facilidad inaudita y la brecha se siguió estirando. Mariano Rodríguez, en un manotazo de ahogado, hasta sentó a Whitfield y tiró una defensa zonal. Pero todo fue en vano. La ventaja de los porteños llegó a ser de 28 puntos (80-52) poco antes del tercer parcial y al último se ingresó la historia sentenciada.
El equipo marplatense, en definitiva, sufrió una derrota dolorosa. Queda mucho camino por recorrer aún como para apretar el botón del pánico. Pero en cuatro cotejos le anotaron 105, 80, 92 y 106 puntos a un promedio de casi 96 por partido. Así es muy difícil ganar.
Fuente: La Capital (MdP)
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